El virus del papiloma humano (VPH) es un virus epiteliotrópico con desarrollo en las mucosas, epitelios y el cuello del útero. Su principal forma de contagio es por contacto sexual; no obstante, también es posible que este se dé a través de un equipo instrumental contaminado. Se estima que el 1 % de la población ha sido infectado con el VPH, y al alrededor del 40 % de este presenta VPH de alto riesgo. Al hablar del VPH de alto riesgo nos referimos, principalmente, a los VPH 16 y VPH 18, causantes de lesiones intraepiteliales de alto grado e incluso de cáncer de cuello uterino, este último originado de persistir el virus por un periodo mayor a dos años desde el contagio.

El VPH de alto riesgo puede presentarse de forma asintomática durante meses y años; esto dependerá de la resistencia inmunológica del huésped y el número de parejas sexuales, la edad de la primera relación sexual y el consumo de anticonceptivos orales.

Para evitar contraer el VPH de alto riesgo se debe acu al gineconcólogo y someterse a exámenes de detección como el Papanicolaou, la prueba de inspección visual con ácido acético v el novedoso test molecular 

 

Asimismo, la prevención está vinculada a las vacunas, usualmente aplicadas a jóvenes entre los 9 y 16 años que no hayan iniciado su vida sexual; sin embargo, hoy se está promoviendo la vacunación en mujeres mayores de 29 años, pues estas insisten en vacunarse, de modo que los especialistas tenemos que confirmar, por medio del Papanicolaou y la colposcopía, que estas no estén infectadas con el VPH.

Actualmente, existen tres vacunas en el mercado: la bivalente, la tetravalente y la nonavalente. Esta última tiene un costo elevado, pero ofrece una mayor cobertura de protección, debido a que no solo previene del VPH 16 y VPH 18, sino también del VPH 31 y VPH 45.

Aun estando vacunada, la mujer deberá pasar por una evaluación anual de acuerdo a sus características y factores de riesgo.

En caso de que la mujer desarrolle las lesiones del VPH de alto riesgo, se tratará con una conización cervical o crioterapia según su edad y otros factores. Cabe resaltar que estas lesiones son premalignas, es decir, permiten intervenir antes de la evolución del cáncer. 

 

Es deber del personal médico difundir una conciencia preventiva en el paciente, brindándole tranquilidad e informándole que una lesión del VPH de alto riesgo no es cáncer. De igual forma, el cuerpo médico deberá realizar un seguimiento constante por lo menos cada seis meses.

De otro lado, también es importante que el paciente sexualmente activo tenga un control preventivo anual. 

 

 

Dra. Frida Gonzáles
Ginecóloga oncóloga de Inppares
Servicio de Ginecología Oncológica del
Hospital Edgardo Rebagliati Martins
Presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Ginecológica