Los profesionales de la salud (PS) se exponen a riesgos de adquirir infecciones, llevándolos a sufrir enfermedades, daños e incluso morir. Ejemplo de ello han sido las últimas epidemias de SARS, Influenza, MERS y Ébola(1-3). Por otro lado, se convierten en riesgo de transmitir la enfermedad a pacientes, colegas, familia o a la comunidad. Estos procesos pueden impactar en las instituciones prestadoras de servicios de salud, las que van a sufrir: ausentismo, sobrecostos, y secundariamente, temor entre sus usuarios(4-5). Los PS adquieren infecciones por vía inhalatoria, contacto con piel, secreciones de pacientes, o fómites. El lavado de manos, uso adecuado de métodos de barrera y la vacunación resultan ser puntales para evitarlas.(5-6). Se cuenta en este momento con guías internacionales y nacionales, elaboradas en base a evidencia científica cuyas recomendaciones vamos a comentar: El contacto con sangre puede ser un riesgo para adquirir agentes como VIH, virus de Hepatitis C, virus de Hepatitis B. El PS se convierte en un riesgo de transmisión a su pareja y otros pacientes. Hay mayor riesgo en PS que manipula sangre, agujas ó realizan procedimientos.

Las vacunas para Hepatitis B, han demostrado ser seguras y eficaces (82-94% de éxito)(6, 7); con su uso, se disminuyó la tasa de infección en PS(4,5,8). La influenza ha causado una serie de pandemias dejando mortandad a nivel mundial y afectando a los PS. Hay más riesgo de desarrollar formas severas en: ancianos, cardiópatas, inmunocomprometidos, gestantes, S. Down. Muchas de estas poblaciones suelen estar en contacto con PS y pueden adquirir Influenza en los centros de cuidado de la salud y desarrollar formas severas. Las epidemias de Influenza ocasionan ausentismo del PS, y esto también impacta en el cuidado de la salud de los pacientes. La vacunación anual del personal de salud ha demostrado disminuir todos estos riesgos(6,8). Neumonía por neumococo es recientemente prevenible por la vacuna conjugada. La aplicación de esta, disminuye la probabilidad de enfermedad invasiva. Adicionalmente por un efecto rebaño, disminuye la transmisión (menos tasa de enfermedad y del estado de portador). Estos hallazgos permiten inferir que la vacunación de los PS, podría disminuir la transmisión y por ende la morbilidad por neumococo(9, 10). Difteria, tetanos, pertusis son enfermedades prevenibles a través de vacunas. Los esquemas actuales las incluyen, y el personal de salud es muy probable que las haya recibido. Lo mismo ocurre con sarampión, rubeola y paperas, cuya vacuna aplica los tres virus de manera atenuada. La varicela cuenta con vacuna en los últimos años, es probable que buena parte de los sujetos mayores de 15 años en la actualidad no hayan recibido esta vacuna. Estas enfermedades pueden presentarse en los centros hospitalarios, y el riesgo de adquisición de las mismas puede ser hasta 13 veces mayor(6).

El personal adecuadamente inmunizado y con niveles de protección adecuado, va estar protegido, lo que además protege a sus contactos. Las instituciones de salud deben tener conocimiento que el personal fue inmunizado, o tenía exposición previa. Si estos datos se desconocen, se debe medir el nivel de anticuerpos, o proceder con la vacunación. Las guías actuales de vacunación del adulto, recomiendan refuerzos de vacunación de DPT cada diez años, por ende, en un sujeto no inmunizado, ó en el que se desconozca el estado de vacunación se recomienda vacunar inicialmente con DTaP, y luego cada diez años Td. Situación similar para paperas, sarampión y rubeola, si se desconoce el estado de vacunación, se debe iniciar un esquema de vacunación de dos dosis de MMR separadas por 28 días(6,7,9). Es importante conocer el estatus de inmunidad contra varicela del sujeto. Se considera inmunizado si ha sufrido la enfermedad, tiene serología positiva ó ha recibido dos dosis de vacuna. De no ser así, es recomendable sea vacunado.(6,7,9).

Hay vacunas que no tienen una recomendación explicita pero que considero deben tenerse en cuenta. En zonas endémicas de fiebre amarilla, el personal de campo e idealmente el personal de salud debería estar inmunizado. En zonas endémicas de Meningococo, la vacunación del PS puede proteger, pero más importantemente ayudar a controlar el riesgo de que el personal de salud se convierta en portador del agente. En zonas de alta transmisión de enfermedades entéricas como Tifoidea, hepatitis A, el personal que manipula alimentos debería ser evaluado y considerar la necesidad de vacunar(9).

 

Dr. Juan Echevarría Zárate,
Infectólogo
Hospital Cayetano Heredia
Clínica AngloAmericana
Profesor Principal de la Facultad de Medicina de la
Universidad Peruana Cayetano Heredia