El tétanos es una enfermedad bacteriana infecciosa causada por Clostridium tetani. Este bacilo puede producir una neurotoxina cuando hay condiciones anaerobias favorables, como en heridas sucias, necróticas. Su acción puede ser extremadamente potente, debido que bloquea los neurotransmisores inhibidores del sistema nervioso central y provoca rigidez muscular y espasmos característicos del tétanos. Esta infección puede afectar a personas de cualquier edad con altas tasas de letalidad.
En las áreas rurales de los países en desarrollo donde la mujer gestante se caracteriza por ser multigesta, sin control prenatal, sin vacunas contra el tétanos y siendo la mayor proporción de partos atendidos por familiares o personas empíricas, sin las medidas adecuadas de limpieza e higiene en la atención del parto ni en el corte de cordón umbilical. Estas son las condiciones que se asocian al tétanos neonatal que afecta básicamente al recién nacido.
Es posible dar protección contra el tétanos al recién nacido y esto se logra produciendo anticuerpos en la madre gestante mediante una inmunización activa (vacuna antitetánica), que se basa en el toxoide tetánico, una neurotoxina modificada que induce la formación de una antitoxina protectora. Al vacunar a la mujer antes o durante la gestación se produce una respuesta inmune que permite se transfiera esta antitoxina al feto evitando el tétanos neonatal (TNN). La vacuna actualmente usada contra el tétanos es la dT que además de toxoide tetánico tiene toxoide diftérico.
La vacunación antitetánica no supone ningún riesgo para el embarazo y tiene su indicación específica en ese momento ya que es posible que en la atención del parto, no se tenga adecuadas condiciones de asepsia o higiene. Esto podría favorecer potencialmente la contaminación por Clostridium tetani; en particular si las condiciones ambientales y el propio estado inmunológico de la mujer lo faciliten. Por estas razones, basados en la epidemiologia es necesario aplicar la vacuna a quienes tienen vulnerabilidad y riesgo, en particular a las mujeres que viven en medios rurales o de bajos recursos.
En el primer embarazo, lo recomendable es la aplicación de dos dosis, la primera después de cumplir el quinto mes de gestación y la segunda 30 días después. Las vacunaciones previas no se tienen en cuenta. Cuando la mujer tiene una segunda gestación en adelante (y recibió antes la vacuna), se indica sólo una dosis de refuerzo que se coloca a partir del séptimo mes.
La vacuna antitetánica no entraña ningún riesgo al embarazo. Con su aplicación, se busca formar anticuerpos que van a proteger al recién nacido del tétanos neonatal, forma muy grave de esta enfermedad que generalmente es fatal. Los anticuerpos permanecen en el bebé por alrededor de seis meses después de nacido.
En el Perú a las mujeres en riesgo de embarazo se aplica la vacuna dT adulto (difteria – tétanos).
El esquema de vacunación es a mujeres en edad reproductiva, desde los 10 a los 49 años, en tres dosis de 0,5 cc IM cada una. Se espera llegar al 100% de las mujeres gestantes, administrándoles dos dosis de dT adulto, a partir de la semana 14 de embarazo.
En el país, entre 2001 y 2015, se ha logrado atender con segunda dosis administrada el 87.9% de las Mujeres en Edad Reproductiva (MER) 15 a 49 años de edad que ascienden a 8’310,107 habitantes. Resultados: Tras el llamamiento que hiciera la OMS en 1989, los fallecidos por tétanos neonatal se redujo de 800 mil en 1989 a 180 mil en 2002. Pese al progreso, no se logró el objetivo de eliminar el tétanos neonatal antes del 1995 ni el posterior de eliminarlo como problema de salud pública antes del 2005.
La Dirección General de Epidemiologia (DGE) informó que en 2006 y 2007 hubo cuatro casos de tétanos neonatal para cada año. La tasa de incidencia fue 0,0065 casos por cada 1000 nacidos vivos. Hacia el 2014 se reportaron cuatro casos con tres defunciones. La letalidad para este año fue de 25,0% (uno de 4 casos). Existe una disminución de nuevos casos. Podemos concluir que el tétanos neonatal ha dejado de ser un problema de salud pública para el país. Pero hay que seguir haciendo esfuerzos para su total erradicación en el Perú. Tarea muy cercana.
Dr. Daniel Aspilcueta Gho
Director Ejecutivo
Dirección de Salud Sexual y
Reproductiva – MINSA