Los avances tecnológicos han producido cambios fundamentales en la práctica de la medicina, en cuanto a la forma de atención y monitoreo del paciente. Sin embargo, esto no la excluye de presentar ciertas limitaciones.
Existen diversas modalidades de uso de telecomunicaciones en medicina. El Centro de Política de Salud Conectada (CCHP) ha enumerado cuatro de ellas, las cuales consisten en videollamadas en vivo entre profesionales de la salud para educación y consulta, salud móvil, monitoreo a distancia de signos y síntomas de paciente, y recolección y envío de datos de pacientes a distancia.
Dichos usos de la telemedicina, con excepción de la salud móvil, aportan beneficios en la interpretación de exámenes de diagnóstico y en la educación a distancia. Sin embargo, la primera gran limitación recae en las videollamadas, ya que solo permiten cumplir más o menos bien el proceso de diagnóstico del médico, en cuanto a las largas conversaciones que involucra tener con el paciente para darse cuenta del problema. Por otro lado, en el examen clínico, a pesar de las imágenes de alta definición con que se cuentan ahora, será siempre incompleta y, con respecto al uso de exámenes auxiliares en tiempo real, es obviamente imposible.
Otro punto controversial guarda relación con los servicios de videollamadas como posibles sustitutos de la consulta médica. Es posible que estas herramientas puedan ayudar a dar solución a enfermedades simples, como resfríos o alergias, pero en casos más complicados, incluyendo la receta de medicamentos especializados, una visita cara a cara con el doctor será irreemplazable.