La mayor esperanza de vida ha hecho que emerjan, de una manera nunca antes vista, las en fermedades neurodegenerativas, males que aumentan exponencialmente con el paso de los años. El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que suele iniciarse con olvidos, en especial, aquellos que afectan a la memoria anterógrada, es decir, a los eventos nuevos que van aconteciendo en la vida de la persona, como qué fue lo que almorzó.

La memoria retrograda, que almacena los hechos pasados no suele comprometerse al inicio, por eso el paciente es capaz de recordar en qué colegio estudió, por ejemplo. Con el paso de los años aparecerán algunos olvidos llamados benignos, que tienen relación con alteraciones de la atención y no tanto con la memoria, dirigirse a una habitación sin recordar para qué es un caso usual siendo la misma persona quien se percata de lo que le está aconteciendo.

Por el contrario, en los malignos, el paciente no es consciente del fallo memorial siendo terceros los que le informan del problema. Una situación común es cuando la persona narra un hecho del día en repetidas ocasiones como si no lo hubiera contado. Cuando el Alzheimer progresa, comienzan a afectarse otras esferas del intelecto como el lenguaje, la orienta ción, las normas de comportamiento social, y no es raro que el paciente se torne suspicaz creyendo que le quie ren hacer daño, entre otras paranoias.

Finalmente, la confusión se profundiza y, de manera gradual, va per diendo todas sus capacidades de autocuidado. Son importantes las medidas generales que le podamos presentar al paciente: mantener un buen estado de nutrición e higiene para evitar complicaciones, controlar otros factores de riesgo que puedan empeorar más el estado mental como la hipertensión, mantenerlo en un ambiente acogedor y con estímulos, y la constante vigilancia es más efectiva que cualquier receta médica que le podamos ofrecer.

 

 

Dr. Alejandro Calvo Molina

Neurólogo Clínico Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins