El tejido adiposo blanco ha sido considerado como almacén de energía, mientras que el tejido adiposo marrón (grasa parda), por su parte, cumple un cometido opuesto, desempeñando una función termogénica.

Esta capacidad se debe a su elevado contenido mitocondrial y a la proteína especializada denominada uncoupling protein 1 (UCP1). Básicamente, esta proteína desacopladora promueve y logra disipar energía en forma de calor. Es por ello que estas células protegen contra la obesidad y la diabetes. Con la tomografía de emisión de positrones (PET) se describe la persistencia de tejido adiposo marrón funcional en humanos adultos expuestos al frío, en la región supraclavicular y en el cuello, más tarde este «nuevo» tejido adiposo marrón se identificó como adipocito beige, que presentaría características similares a las del adipocito marrón, pero diseminado en el tejido adiposo blanco. Hoy en día el tratamiento de obesidad se basa en alimentación saludable y un aumento de la actividad física, que cumple un papel importante y uno de sus efectos o consecuencias es la conversión o transdiferenciación del tejido adiposo blanco hacia marrón (también denominado browning).

Estudios recientes confirman la presencia de muchas miokinas u hormonas producidas en el músculo como IL 6, IL8, IL15, baiba, folistatina L1, factor neurotrófico derivado del cerebro, factor de crecimiento fibroblástico 21, miostatina y la irisina, entre otras. La irisina es responsable de la comunicación entre el tejido muscular esquelético y el adiposo.

Para lograr la conversión del tejido adiposo blanco hacia marrón, una de las moléculas identificadas fue peroxisome proliferatoractivated receptor gamma coactivator-1- alpha (PGC-1). Hoy se sabe que la expresión de PGC-1 aumenta debido al ejercicio tanto en roedores como en humanos y, a su vez, activa e incrementa al fibronectin type lll domaincontaining 5 (FNDC5), que es una proteína transmembranal, y el fragmento secretado constituido por los aminoácidos 30-143 de FNDC5 es la denominada irisina que recibe esta denominación debido a Iris, el dios griego transmisor de mensajes, y esta irisina logra la conversión de adipocitos almacenadores a gastadores de energía.

Entre las funciones de la irisina están: activa el consumo de oxígeno termogénesis en células de tejido adiposo blanco, activa biogénesis mitocondrial y la expresión de la proteína desacoplante 1 (UCP1), lo cual conduce a la producción de calor en la mitocondria y facilita el gasto de energía cuando se está realizando ejercicio, relaciona la homeostasis energética y la actividad física; por lo tanto, participa en los mecanismos de control de peso en los organismos e interviene en la neurogénesis y traspasa la barrera hematoencefálica, aumentando la expresión del factor neurotrófico derivado del cerebro BDNF y se activan genes implicados en la cognición.

Una probable arma futura contra la obesidad será el empleo de irisina u análogos con la finalidad de que el adipocito no almacene sino mas bien consuma o disipe calorías como calor.

 

Dr. Walter Maceda Núñez
Médico endocrinólogo
Densitometrista clínico
Past President de la Asociación
Peruana de Estudio de la Obesidad y
Ateroesclerosis (APOA)