on lesiones comunes en los ancianos asociados a una elevada morbilidad y mortalidad. Aproximadamente 250,000 fracturas de cadera ocurren cada año en los Estados Unidos a un costo de casi S 9 mil millones. La Organizacion Mundial de la Salud (OMS) estima que para el año 2050 esta incidencia se duplique incrementando una mayor demanda hospitalaria. El costo social y financiero de estas fracturas es elevado.
Las fracturas de cadera ocurren con mayor frecuencia a través de mecanismos de baja energía (caídas simples) en personas mayores. La osteoporosis, es un factor que contribuye a la alta incidencia de esta fractura en los ancianos, siendo más común en las mujeres y representan la proporción de 4 a 1 en relacion a los hombres. El anciano con una fractura tiene dolor en el área afectada de la cadera y sensibilidad aumentada con el movimiento y apoyo del miembro perjudicado En una fractura desplazada, la extremidad inferior se acorta y gira externamente. Una radiografía obtenida en la sala de emergencia representa la anatomía de la cadera y suele verse claramente la fractura desplazada. En las no desplazadas e incompletas, las radiografías simples pueden o no visualizar estas fracturas en pacientes con antecedentes y hallazgos físicos importantes, por lo que se indica la RMN.
Existe dos tipos de tratamiento de la fractura de cadera en ancianos: 1. Manejo conservador (no quirúrgico) y 2. Quirúrgico. Generalmente se tratan de manera quirúrgica porque la morbilidad y la mortalidad son mayores con el manejo no quirúrgico. El tratamiento no quirúrgico generalmente se reserva para pacientes que tienen patologias médicas asociadas de gravedad lo que contraindicaría la intervención quirúrgica. Inmovilizar al paciente establece el escenario para la trombosis venosa profunda, la embolia pulmonar y la neumonía.
La inmovilización de la cadera y la permanencia prolongada del paciente en cama aumentan la mortalidad en el anciano aproximadamente en un 55%, el tratamiento quirúrgico reduce esta tasa de 25 a 30 %. El objetivo del tratamiento quirúrgico es restablecer la movilidad y optimizar la recuperación funcional posterior a la lesión. Los avances en el manejo médico, la tecnología de implantes y las técnicas anestésicas han resultado en una mejor fijación de la fractura y restauración de la función con menores tasas de complicaciones.
El manejo quirúrgico con reducción anatómica (si la fractura se desplaza) y la fij ación segura o artroplastia es la mejor solución para el control del dolor y la movilización rápida del paciente. Se debe contar con un equipo multidisciplinario de especialistas con un enfoque centrado en el tratamiento y la intervención quirúrgica rápida del paciente (den tro de las primeras 48 horas) y así, disminuir aún más la mortalidad.