La fertilización in vitro (FIV) es un método de reproducción asistida, en el cual los espermatozoides y los óvulos se combinan fuera del cuerpo en el laboratorio.
Hoy, es usada para tratar muchas causas de infertilidad como la endometriosis, el factor masculino, o la infertilidad sin explicación.
En este método, uno o más óvulos fertilizados se transfieren al útero de la mujer, donde se desarrollarán.
Una variante del NI es la Inyección Intracitoplasmática del espermatozoide (ICSI). Se realiza cuando existe una probabilidad de fertilidad reducida: semen de baja calidad o antecedentes de fracaso en la fertilización en un ciclo de FIV previo.
Tanto la FIV tradicional y el ICSI tienen tasas de embarazo y parto similares, aunque es recomendable recibir asesoría genética sobre esta última para detectar anomalías transmisibles de padre a hijo. Asimismo, se debe tener en cuenta ciertas condiciones para el éxito del tratamiento.
Entre los factores positivos están: ser una mujer joven; haber tenido embarazos previos mediante FIV; no fumar; un peso adecuado, además del bajo estrés y ansiedad; sin embargo, factores como la edad; la obesidad; una historia de abortos espontáneos
recurrentes y de casos previos sin éxito de reproducción asistida; así como anomalías uterinas son contraproducentes para el tratamiento.
Los riesgos médicos dependerán de cada paso específico del procedimiento. La estimulación ovárica conlleva un riesgo de hiperestimulación, ocasionando inflamación y dolor en los ovarios. Existe aproximadamente un 5 % de posibilidades de tener un embarazo ectópico con la FIV y, además, la posibilidad de lesión en la punción ovárica de algún vaso sanguíneo puede llevar a un sangrado.
Este tratamiento implica un importante compromiso físico, financiero y emocional por parte de la pareja. El estrés psicológico emocional es común. Los tratamientos son complejos y caros, por lo cual es importante saber elegir el centro de tratamiento adecuado, para lo cual es necesario disponer de información sobre él (experiencia del personal, los tipos de pacientes en tratamiento, los servicios de apoyo disponibles, el costo, la conveniencia, las tasas de nacidos vivos por ciclo de FIV iniciado y las tasas de embarazos múltiples). Es necesario también, que los miembros del equipo de FIV puedan ayudar a las parejas a decidir cuándo dejar el tratamiento y examinar otras opciones, tales como la donación de óvulos o de espermatozoides, o la adopción.
En conclusión, la decisión de buscar tratamiento para la infertilidad es posible gracias a las tecnologías de reproducción asistida disponibles en la actualidad, las cuales se complementan con la presencia del médico, los grupos de apoyo y otras parejas que siguen el tratamiento para la infertilidad, quienes proporcionan una valiosa orientación.
Dr. Karl Ygor Pérez Solf
Jefe del Servicio de Reproducción Humana del Hospital Nacional Arzobispo Loayza
Centro de Fertilidad y Reproducción Asistida (CEFRA)
Profesor asociado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia