Pronto se cumplirán dos años de haber declarado el Gobierno el Estado de Emergencia Nacional por la Pandemia por la COVID – 19 y las consecuencias nos siguen afectando, la vida no ha sido la misma desde entonces. Nadie estaba preparado y el adaptarnos fue y aún es difícil. Aquello que veíamos tan lejano como “un virus nuevo en China” a fines del 2019, se hizo nuestra realidad. Por ello, la Pandemia tuvo un fuerte impacto emocional sobre cada uno de nosotros.

Es así como los profesionales de la Salud Mental vimos diversas formas de presentación de ansiedad y depresión en el contexto de la Pandemia por la COVID – 19. Hubo personas con antecedentes de trastornos mentales cuyos síntomas se re agudizaron, debido al alto nivel de estrés que vivíamos asociado al escaso acceso a la atención por la cuarentena estricta; además, personas que desarrollaron ansiedad y depresión a causa de la cuarentena, el nulo contacto físico con familiares y amigos y el poco contacto con la naturaleza origina que aumente los casos de trastornos mentales; así mismo, el fallecimiento de miembros de la familia por la COVID – 19, el no poder despedirnos de nuestros seres queridos, en muchas ocasiones varios integrantes, generó en muchos un duelo patológico; además, muchos de  los sobrevivientes de COVID grave con estancias prolongadas en Unidad de Cuidados Intensivos, desarrollaron un síndrome de estrés postraumático; sin olvidar otro grupo que presentó síndrome de fatiga crónica post COVID. Prender el televisor y enterarnos del incremento de muertes, la llegada de nuevas olas asociado al colapso del Sistema de Salud incrementa más el nivel de estrés en la población.

Pero, ¿cómo hacerle frente a esta situación? En primer lugar, darnos cuenta que nos afecta, no somos seres impermeables y debemos entender que cualquier persona, aun sin factores de riesgo, puede desarrollar un trastorno mental, y ello no lo hace débil. Está bien no estar bien todo el tiempo. Además, es vital el poder expresar nuestras emociones, así como tomar tiempos de descanso, realizar actividades que generen bienestar, compartir con los seres queridos, aprovechar la reactivación de las actividades. Pero ahora, ¿cómo saber si tengo depresión? Si presentamos ánimo triste, sentimiento de desesperanza, disminución de interés o placer por hacer las cosas, irritabilidad, pérdida o aumento de apetito y peso, problemas para conciliar el sueño o sueño excesivo, disminución de la concentración, pensamientos relacionados al suicidio y esto se da en un lapso de dos semanas, lo más probable es que esté atravesando por un episodio depresivo mayor y tenga que recurrir a un psiquiatra para que me pueda brindar un tratamiento.

La buena noticia es que debido a la declaración del Estado de Emergencia se implementó la Línea de apoyo y orientación psicológica (Línea 113, Opción 5), así como los Centros de Salud Mental Comunitaria, muy accesibles a la población. Promovamos la desestigmatización de los trastornos mentales. Recordemos que no hay Salud sin Salud Mental.

 

Artículo realizado por Andrea Castro para MÉDICA La Revista.

Médica psiquiatra

CMP: 60592  RNE: 31197