Roberto (75) fue deportista en la universidad, luego llevó una vida sedentaria. Ya mayor tenía hipertensión arterial, había adelgazado mucho, siempre estaba cansado y caminaba muy lento. Un día se contagió de un resfrío común, tenía malestar general y decaimiento; a los dos días, dificultad para respirar y fiebre.
Acudió a la emergencia donde le diagnosticaron neumonía. Roberto era un anciano frágil. La fragilidad es un «Síndrome biológico de reserva funcional disminuido resultante de declives acumulados en múltiples sistemas fisiológicos (Fried 2001).
En lugar de responder a través de sus mecanismos de defensas, el anciano empeora. Los criterios son pérdida de peso, baja energía, poca actividad física, disminución de la velocidad de la marcha y reducción de la fuerza prensora (empuñar con fuerza).
Si la persona tiene 3 o más de estos criterios es considerado anciano frágil, si tiene 1 o 2, prefrágil y si no tiene ninguno es un anciano robusto.
Escribe:
Dr. Carlos Sandoval
Geriatra