Desinfectar se ha convertido en una práctica más usual desde que el mundo fue afectado por la pandemia ocasionada por la COVID-19. El uso de desinfectantes y antisépticos como el alcohol, se hizo más recurrente dada las recomendaciones planteadas por las instituciones y organismos encargados de monitorear el cerco epidemiológico.

No obstante, esta nota busca poner atención a otra clase de desinfectantes como el amonio cuaternario y cuál es su impacto en la salud. 

Se trata de un compuesto químico con capacidad para la eliminación de microorganismos en superficies como los pisos y las paredes. De acuerdo con documentación de guías técnicas acerca del uso de desinfectantes y antisépticos, el grupo químico al que pertenecen los amonios cuaternarios son los detergentes. 

Su nivel de desinfección para la eliminación del Sars-Cov-2 es considerado bajo, a diferencia de los compuestos como los alcoholes, glutaraldehídos, fenólicos y el claro. Algunas instituciones recomiendan que esta sustancia no tenga contacto con la piel.

Las principales vías de exposición son las de tipo aérea superior (boca, nariz, cavidad nasal, faringe y laringe), conjuntivas (ojos), dermatológica (piel) y mucosas (tejidos húmedos). 

Aunque el grado de irritación se considera leve, es importante subrayar que el contacto directo y un mal uso de este desinfectante, pueden propiciar una serie de reacciones contraproducentes en su salud.

Se relaciona las consecuencias de detergentes con la posibilidad de sufrir inflamaciones e irritación a nivel dermatológico. Neumonológica, a padecer dificultades respiratorias, tos y epistaxis (hemorragia nasal). A nivel neurológico, presencia de cefaleas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la aplicación de los desinfectantes dentro de los cuales están los compuestos de amonio cuaternario, no deben ser utilizados mediante fumigación o nebulización, debido a la obtención de resultados perjudiciales en la salud de las personas.