Así como constantemente se evalúan nuevos medicamentos en términos de seguridad y eficacia, las vacunas también deben ser continuamente revisadas. Además, otros tratamientos que se combinan comúnmente con las vacunas igualmente deben ser evaluados para su seguridad. Tal es el caso del acetaminofén, también llamado paracetamol o N-acetilp-aminofenol (AAP o APAP). Más del 70% de la población de los países occidentales ha tomado paracetamol por lo menos una vez y un porcentaje relevante toma el medicamento crónicamente como analgésico moderado y/o antipirético(1). Por ejemplo, este compuesto se ha tomado al menos una vez en más del 85% de los niños debajo de la edad de 91 meses en el Reino Unido(1). En los EE.UU, alrededor del 79% de la población general regularmente toma paracetamol, incluyendo más del 35% de las mujeres embarazadas(1).
El Paracetamol está presente en más de 600 productos para el dolor de cabeza, el resfriado, en jarabes para la tos, somníferos y otros medicamentos que se pueden adquirir sin receta. En muchos países el paracetamol se administra comúnmente con las vacunas para reducir la fiebre y el dolor. El investigador Schultz y sus colegas(2) encontraron una mayor frecuencia de autismo cuando los padres administraron paracetamol a sus hijos junto con la aplicación de la vacuna combinada de sarampión, paperas y rubéola (SPR). Los niños con autismo tenían también más reacciones adversas a esta vacuna y tenían más probabilidades de haber recibido paracetamol que ibuprofeno para esas reacciones. En comparación con los controles, los niños de 1 a 5 años con autismo tenían ocho veces más probabilidad de enfermar después de recibir la vacuna triple citada y tenían seis veces más probabilidades de haber tomado paracetamol.
Los niños con autismo con regresión en su desarrollo tenían cuatro veces más probabilidades de haber tomado paracetamol después de la vacuna SPR. Enfermedades concurrentes con la vacuna SPR eran nueve veces más probables en niños autistas cuando se consideran todos los casos y 17 veces más probable después de limitar los casos a los niños que sufrían regresión. No hubo ningún aumento de la incidencia de autismo asociado con el uso de ibuprofeno, lo cual indica que la asociación no era debida a sus propiedades antiinflamatorias en general, sino más bien a una asociación específica con acetaminofén.
Además, el estudio realizado por Brandlistuen y colegas(3) encontró evidencia de daño fetal cuando se utilizó acetaminofén en el período prenatal. Entre 1999 y 2008 a todas las embarazadas noruegas se les pidió que informaran sobre el uso de paracetamol en las semanas gestacionales 17 y 30 y a los 6 meses postparto. Los investigadores utilizaron datos de 48,631 niños. Encontraron que la exposición a paracetamol durante más de 28 días durante la vida fetal aumenta el riesgo de resultados adversos psicomotores y conductuales en casi el 70% y duplica el riesgo de problemas de lenguaje en niños de 3 años. Por el contrario, no encontraron asociación entre el ibuprofeno y los mismos resultados del desarrollo neurológico, lo que sugiere un efecto específico del paracetamol en lugar de un efecto general de medicamentos para el dolor.
En otro estudio, Bauer y Kriebel(4) reportaron que el uso prenatal de acetaminofén se correlacionó con la prevalencia de autismo (r = 0.80) con todos los datos nacionales disponibles (n = 8) para el período 1984-2005. Otro estudio encontró el uso prenatal de paracetamol asociado con déficit de atención con hiperactividad cuando los niños eran mayores(5).
Paracetamol produce efectos neurotóxicos en las neuronas de ratas in vitro e in vivo, su uso en el embarazo se asocia con defectos teratogénicos, trastornos en la función testicular y del tracto gastrointestinal(6). El Paracetamol se convierte en un metabolito muy tóxico, el N-acetil-pbenzoquinoneimina (NAPQI), que puede causar daño oxidativo a proteínas, ácidos nucleicos, aminoácidos y grasas(5). Acetaminofén causa también graves anormalidades inmunes, deprime la respuesta inmunitaria a la vacunación, pueden provocar acidosis metabólica severa si se agota el glutatión, y es la principal de muerte en los EE.UU cuando se emplea en dosis elevadas en el tratamiento de ciertos cánceres de la sangre(5).
Debiera considerarse la sustitución del uso de paracetamol en mujeres embarazadas y niños pequeños, especialmente cuando se emplea conjuntamente con la aplicación de sus vacunas. Tal sustitución podría ser por ibuprofeno u otras alternativas más seguras.
BIBLIOGRAFÍA:
1.Posadas I, Santos P, Blanco A, Munoz-Fernandez
M,Cena V. Acetaminophen induces apoptosis
in rat cortical neurons. PLoS ONE. 2010; 15(12)
2. Schultz ST, Klonoff-Cohen HS, Wingard
DL, Akshoomoff NA, Macera CA, Ji M.
Acetaminophen (paracetamol) use, measlesmumps rubella vaccination, and autistic
disorder: The results of a parent survey. Autism.
2008;12(3):293–307.
3. Brandlistuen, R. et al. Prenatal paracetamol
exposure and child neurodevelopment: a
sibling-controlled cohort study. International
Journal of Epidemiology 2013; 42 (6): 1702-1713.
4. Bauer AZ, Kriebel D. Prenatal and perinatal
analgesic exposure and autism: an ecological
link. Environ Health.2013;12:41.
5. Thompson, J et al Associations between
acetaminophen use during pregnancy and
ADHD symptoms measured at ages 7 and 11
years. PLoS One. 2014 Sep 24;9(9)
6. Shaw, W. Evidence that Increased
Acetaminophen use in Genetically Vulnerable
Children Appears to be a Major Cause of
the Epidemics of Autism, Attention Deficit
with Hyperactivity, and Asthma, Journal of
Restorative Medicine 2013; 2: pages 1-16)
William Shaw Ph.D.
Químico clínico y toxicológico
Fundador de The Great Plains Laboratory, Inc.
Estados Unidos
Centro para el Control y Prevención de Enfermedades
Autor de Tratamientos Biológicos para el Autismo y PDD