La falta de presencialidad en épocas de cuarentena parece acelerar otros aspectos que se manejaron bajo reserva en estos últimos tiempos como: el teletrabajo, videoconferencias, teleenseñanza y telemedicina. Este último sirve para monitorear remotamente a los pacientes y ser el primer filtro contra el coronavirus.

China se inclinó por la telemedicina para aminorar la proporción de usuarios preocupados por la neumonía de Wuhan. En Shanghai, el hospital de Xuhui, recibió la licencia del gobierno chino para brindar asistencia médica a distancia. Las consultas pasaron de 15 semanalmente a 5000. Su modalidad de atención se basa a que los usuarios descarguen un aplicativo al celular, y estén conectados a la red WiFi. Por lo cual, manejan el cuidado mutuo de infección por el desborde hospitalario en ese país.

Ante ello, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestó hace unos días la habilitación total de los servicios de la aseguradora de salud federal “Medicare”. Puesto que, provee telemedicina a mayores de 65 años. Este programa de cobertura social beneficia la atención de 62 millones de norteamericanos afiliados, y evita exponerlos a la propagación del COVID-19 por su considerable índice en adultos mayores.

El fortalecimiento de la bioseguridad, mediante plataformas tecnológicas contribuyen a mitigar la expansión del virus. Por lo cual, soluciones de detección y respuestas ágiles de los profesionales de la salud, facilitan la orientación de los pacientes en interacciones rutinarias como primera línea de defensa contra el coronavirus.