Con todo, el exalcalde de San Borja y exministro de Salud cree que la telemedicina aún no se ha institucionalizado en nuestro sistema de salud pública.

Alberto Tejada conversó con TeleMedicina Perú acerca de la actualidad del uso de la telemedicina en la salud pública de nuestro país. Tejada, quien actualmente es director médico de la Clínica Andromed, está convencido de que esta es una herramienta que necesita del compromiso del médico para ser implementada con éxito. «Es difícil, pero hay que hacerlo», subraya.

— Usted fue alcalde de San Borja y ministro Salud, es decir, usted tiene experiencia en la gestión pública y conoce la organización administrativa del Estado peruano. En ese sentido, ¿qué opinión le merece el presente de la telemedicina en la salud pública del Perú?

La telemedicina es una herramienta valiosa para la integración comunitaria y la gestión pública; sin embargo, esta aún no ha llegado a lo más recóndito de nuestro territorio. El Perú tiene un déficit en personal especializado en salud, una brecha difícil de cerrar en el corto plazo dada la inexistencia de infraestructura y capacidad docente, y en este escenario la telemedicina representa una estrategia para llevar la atención sanitaria a cualquier zona lejana y de difícil acceso de nuestro país, contribuyendo también a proporcionar información relevante para resolver cualquier problemática que enfrente nuestra salud pública.

— El Perú es un país subdesarrollado que aspira a acceder a la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), pero para hacerlo primero debe cerrar su brecha en salud, un objetivo que la telemedicina está ayudando a cumplir. ¿Dónde cree usted que se ubica nuestro país en América Latina con respecto al uso de la telemedicina en la salud pública?

Me parece que todavía no se ha plasmado esta tecnología en el ADN de la función pública en salud. Recién el Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social la están empezando a utilizar, pero para incrementar su uso hace falta mayor decisión política. Un primer problema que presenta nuestro sistema de salud es que el Minsa y la Seguridad Social trabajan por separado, un escollo que debería solucionarse estableciendo una rectoría única que involucre a cada sistema de atención de emergencia y a la telemedicina. Un segundo problema es que no existe compatibilidad entre cada sistema que se ha implementado a nivel nacional, regional y local, una deficiencia que debería revertirse por medio de una decisión que haga amigable la inclusión. Un tercer problema es cómo se educa a la población: cuanto mayor sea el número del público consumidor de esta herramienta, mayor será el empuje de la gente que decida unificar el equipamiento y la programación. La telemedicina puede ser perfectamente implementada si el cuerpo médico se involucra en ello.

— El 2017, en Chile, durante la última elección presidencial, quien resultara siendo elegido como presidente, Sebastián Piñera, propuso en su plan de gobierno la creación de una Red Nacional de Telesalud, una organización que existe en el Perú desde el 2015. ¿Qué acaso eso no demuestra que nuestro país se sitúa a la vanguardia a nivel regional en cuanto al uso de la telemedicina en la salud pública?

Lo que pasa es que existe una resistencia al cambio dentro del mismo sector. ¿Quién es el dueño de la información? ¿Quién es el propietario del aplicativo? ¿Quién es el titular de cada logro? ¿Quién manda a quién, el Minsa a EsSalud o viceversa? Ese es un problema crucial. No se trata de quién manda a quién, sino de que se trabaje. En esa dirección, debería acordarse trabajar en una sola plataforma y seleccionar el tipo de profesional idóneo para interactuar con la población y el personal médico. Recuerda que esta es una labor multimodal enfocada no solamente hacia un objetivo público, sino también profesional.

— En una entrevista realizada al médico internista español Luis Escobar, coordinador médico de la Clínica Marazuela (Talavera de la Reina, España), se le preguntó sobre el uso que tiene la telemedicina en Europa y si este se diferenciaba del uso que se le da en Latinoamérica. Él respondió que la telemedicina se usa en el Viejo Continente para mejorar la calidad de atención que se le ofrece a un paciente, pero que en América Latina esta es la única vía para cerrar la brecha en salud. ¿Usted está de acuerdo?

La telemedicina es una enorme oportunidad para llevar la salud a lo más profundo de nuestro país. Cuantitativamente, pareciera que el Perú tuviera una excelente cantidad de población coberturada, pero en la práctica el asegurado no va al Seguro porque no encuentra una cita, es decir, el coberturado no tiene un acceso real a un servicio de salud. Es difícil llevar a un especialista a un lugar alejado del país porque no hay ciudadanía en ese sitio, esto es, no existe una condición propicia para que el experto y su familia vivan ahí y se desarrollen. Además, ese paraje generalmente no cuenta con un equipo multidisciplinario para resolver un problema sanitario. En ese contexto, la telemedicina viene a ser una carretera virtual que ayuda a cerrar esa brecha.

— La telemedicina implica telecapacitación, teleconsulta y telegestión. ¿Usted cree que también es una vía eficaz para promover la salud preventiva?

Por supuesto. Yo mismo participo activamente en consejería en salud a través de medios de comunicación. De hecho, los servicios de salud están en el interés de muchas personas que quieren tener cuidado sobre determinadas cosas que ellos padecen. Como Internet está plagado de información de dudosa procedencia, un alto nivel de orientación, inclusive con participación académica, debería ser una conducta en el futuro. La capacidad que un país puede tener para promover la salud preventiva y mitigar una enfermedad tiene un impacto en su economía: invertir S/ 1.00 en prevención es ahorrar S/ 4.00 en enfermedad. Si no hay educación en salud, el Estado termina pagando las consecuencias de una afección.

— ¿Qué reto cree usted que tiene el Estado en relación al uso de la telemedicina en la salud pública de aquí hasta el 2021?

Creo que el Estado está ante una tecnología que hay que adaptarla con la finalidad de hacerla escalable para que, a mediano plazo, se logre establecer una rectoría que uniformice y controle al sector salud. Esto permitiría reportar qué epidemiología está tratando cada hospital y clínica de nuestro país, que serviría para articular una estrategia integral que enfrente un determinado padecimiento.

 

Melina Noelia Salazar Merino